lunes, 7 de enero de 2013

Félix de Azúa: Historia de un idiota. II parte.




Seguimos donde lo dejamos.

Tras el aburrimiento, desencanto, resignación o la derrota de nuestro yo más lujurioso..., el protagonista se plantea si la verdadera felicidad no estará en el Amor... Ahí va nuestro intrépido amigo:

-"Es natural que el Amor se presente después -y no antes- del aprendizaje sexual, bajo el aspecto de una puerta más alta, noble y capaz de conducirnos a la felicidad, ya que se trata de una síntesis entre la felicidad política -colectiva, ética, dogmática- y la felicidad sexual -individual, estética y acéfala-. El Enamorado está convencido de que pertenece a Lo Otro, sin por ello dejar de ser Él Mismo. Espejismo de muchísima fuerza... ESPERANZA METAFÍSICA, absolutamente dañina para la justicia, la inteligencia y el placer".

Veamos a continuación que le pasó a nuestro amigo para llegar a esa conclusión:

-"La felicidad amorosa, llegados a este punto, aparece en su verdadera verdad, como un intento de comprensión filosófica".

En este episodio encontraremos la sorprendente reflexión del protagonista entre el intercambio de roles que, a juicio del autor, siempre se dan en una pareja. Ciertamente, opinión muy discutible...

Él es un hombre de ciencias mientras que ella es una mujer de letras. Pero nuestro protagonista, que se había caracterizado por ser un hombre muy pragmático y amante del orden, descubre en la filosofía la ruptura, el cuestionamiento, la libertad y pasa a cuestionarse toda su vida:

-"Toda la historia de la ciencia es la historia de un continuado error substituido por otro nuevo, en tanto que la filosofía es una conversación ininterrumpida de la Razón consigo misma, en la que no cabe el error, sino el eterno juego de ponerse límite y definirse con el fin de responder a una pregunta que no puede responderse: ¿Hasta dónde puedo llegar YO SOLO?".

Por el contrario, le sucede todo lo contrario a su pareja. A ella se le caerá la venda de los ojos:

- "Concibiendo a la filosofía como la historia de una servidumbre, en la cual los filósofos justifican las acciones de sus amos, entretenidos con fantasías de perfección y armonía que sólo existen en sus lecciones universitarias".

A partir de ese momento, lo que cree y piensa nuestro protagonista es que la investigación amorosa es un desencuentro palpable, la separación entre dos personas que ya sólo intentan dominarse la una a la otra para ver quien tiene la razón. La evolución psicológica de cada uno, producto de sus deseos, experiencias y de su particular visión sobre la vida les lleva a la separación. Así pues, el protagonista experimenta el fracaso amoroso como felicidad, no así como felicidad filosófica. Episodio que trataremos a continuación.

La felicidad filosófica

Parece ser que en las novelas filosóficas muchas de las veces se repite la misma historia: alguien decepcionado del mundo, de la realidad decide replegarse en su mundo interior, renunciar al mundo y reflexionar buscando la Verdad Eterna y Absoluta. En cierta manera, esta reflexión sobre si y sobre el mundo es la que ha practicado la misma filosofía con y desde Platón.

Platón fue uno de los primeros filósofos que decide darle más importancia al mundo de las ideas que al de los sentidos. Separó el mundo inteligible, el de las Idea, -eterna, verdadera, inmutable- del mundo sensible, las cosas materiales -copias, simulacros de estas Ideas puras-; a éstas, las ideas puras, Platón les daba una entidad superior, las consideraba Ideas Verdaderas, porque no sufren cambio en su apariencia, y,  por tanto, no engañan a los sentidos y pueden ser objeto de conocimiento. Si se llega a conocerlas, a través de la dialéctica filosófica, se llega a la Verdad. Otra reflexión presente en Platón y que nos sirve para ilustrar el comportamiento de nuestro personajes es la famosa afirmación platónica de que: "el cuerpo es una cárcel para el alma".

Por tanto, parece ser que esta renuncia al mundo de los sentidos no sólo es producto del uso de una determinada dialéctica filosófica, si no, principalmente, un cambio en los estados de ánimo psicológicos de la persona o de un despertar de la conciencia.

Lo que le lleva a nuestro protagonista a:

-"Yo había superado la creencia en mi individualidad, elevándome al ámbito del pensamiento que se piensa a sí mismo. Lógico era que suprimiese la última atadura que mantenía con MI MENTIRA, es decir, el deseo irracional de conservar la vida del cuerpo...no podía permitir que por culpa de mi cuerpo sufriera distracciones imbéciles del tipo <tengo hambre>, o <vaya, qué color tan bonito>; estas banalidades tiraban de mi reflexión hacia un lugar insignificante, tratando de impedir que llegara a conclusiones MUY IMPORTANTES...".

Pues bien, el siguiente capítulo en el periplo vital en busca del contenido de la felicidad comienza con un protagonista recién iniciado en la reflexión filosófica. Este período de lectura infatigable, de preguntas al acecho se ve propiciado porque el protagonista se encuentra haciendo el servicio militar. Entre desfile y desfile, entre guardia y guardia, nuestro protagonista encontrará el climax propicio para reflexionar. Muchas horas muertas leyendo las Meditaciones metafísicas de Descartes,  la Fenomenología del espíritu de Hegel,  a Heidegger, a Wittgenstein, etc.  Un lector habituado a la lectura filosófica comprenderá, inmediatamente, el alcance y peligrosidad de dichos "vuelos" filosóficos:

-"A la puerta de mi barracón, vigilando el descanso de mis compañeros, de aquellos pobres infelices que, como yo antaño, creían en la realidad de sus dolores y sufrimientos, en la existencia de sus familiares  y novias, en la presencia histórica de unos círculos financieros y legales que conducían a la sociedad, en aquel instante de exaltación, constaté que mi investigación sobre el contenido de la felicidad había dado un paso gigantesco. Había abandonado la falsa felicidad amorosa, para penetrar en la felicidad filosófica, la que realmente resuelve todas las contradicciones, el sentido de las cosas reveladas en su propio ser... Sabía que el recuerdo de esta posesión del saber absoluto me ayudaría a combatir los disfraces y MENTIRAS DE LA APARIENCIA".  ...

-"Yo deseaba juntar en un punto imaginario el sentido de <identidad> con la muerte de esa identidad, a la cual sólo nos aproximamos en nuestra propia muerte... Una voz interior me decía: <estás preso en los límites de tu pensamiento...>  Así, un día, en el campo, frente a las dianas, mientras esperaba turno detrás de la primera línea de fuego, el olor de la pólvora, acabó de decidirme. Monté el arma. Apoyé la culata en tierra y comprobé que, inclinado sobre el cañón, mi mano derecha alcanzaba el gatillo y........si no me maté fue porque NO ERA NECESARIO. Según me han explicado, tendría que haber puesto la cabeza en línea con el cañón, porque al tenerla inclinada para mirar el gatillo, EL DISPARO se me llevó una oreja y nada más". "

Continuará...

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